febrero 26, 2013

‘Un buen día para morir’ o cómo dilapidar una franquicia

Un buen día para morirHoy en día y ya en pleno siglo XXI la industria del cine se empecina en resetear franquicias olvidadas o revivir las mismas con resultados vergonzosos. Y es que esta Un buen día para morir sufre de esta lacra hollywoodiense, presentando un producto que insulta la inteligencia del espectador – y del seguidor de esta franquicia en concreto -.

En esta nueva entrega de Jungla de Cristal no han tenido en cuenta lo que tenían entre manos: una saga con cierto prestigio, con 25 años de historia y un actor emblemático que, en vez de hacer un sentido homenaje a un icónico personaje del cine de acción como es John McClane, hacen que este sea testigo de cómo han encorsetado a su sucesor de manera burda, anodina, fútil e inútil. A lo Indiana Jones.

La FOX no ha tenido escrúpulo alguno a la hora de escoger a los responsables de la cinta: John Moore – responsable de la nefasta adaptación del videojuego Max Payne – y un guionista tan peculiar como es Skip Woods, que parece haberse olvidado que un día hizo un producto potable como Operación Swordfish – con unos estupendos John Travolta y Hugh Jackman -. Menudo tándem más bizarro.

Jungla de Cristal para dummies

Esta quinta entrega de la franquicia empieza con un John McClane recibiendo un informe de su hijo, Jack – el cual se ha visto envuelto en una trama que huele a chamusquina – en terreno soviético. Papá McClane va al rescate de su vástago animado por su hija Lucy – interpretada de nuevo por Mary Elizabeth Winstead -, la cual pide encarecidamente que no se meta en líos una vez más y ponga paz a esa relación tan complicada y nula que tiene con su hermano.

John McClaneAl llegar a Rusia, el policía neoyorquino se dirige al palacio de justicia ruso, ya que su hijo y Komarov – un preso político acusado de poseer valiosa información de un documento secreto – van a ser juzgados. Lo que no sabrán es que Alik – un aliado del ministro de defensa ruso – va tras Yuri Komarov para intentar hacerse con ese alto secreto que él posee.

Los acontecimientos se precipitan y, durante el juicio, el palacio de justicia vuela por los aires con el fin de raptar a Komarov en medio de toda esta confusión. Jack no es en un primer momento lo que parece: es un agente de la CIA infiltrado para atajar los planes malvados del ministro ruso y su maquiavélica mano derecha.

Durante la fuga de los juzgados aparecerá McClane, confuso, sin saber qué narices pinta su hijo en algo tan siniestro, dando comienzo una persecución en la que padre e hijo – cada uno a su forma y su punto de vista – darán su brazo a torcer al final de la misma, uniendo sus fuerzas para parar los planes de Alik y Chagarin – el ministro ruso -.

Mucha acción para tan poca película

Pese a parecer una idea interesante si leéis mi corta sinopsis del argumento, no esperéis una película que rememore los mejores tiempos del agente McClane. La película tiene una duración escasa de 90 minutos, de los cuales sólo 10 se salvan – siendo generosos – presenciando un producto falto de carisma, de cariño, de mimo.

Para colmo, uno de los méritos de la película – la persecución inicial – queda emborronada por la manía del director de hacer planos cortos, temblorosos y a destiempo, sin que al espectador le dé tiempo a seguir de manera coherente lo que está viviendo en ese preciso instante.

Todo transcurre de manera muy frenética, con un guión plano y sin profundidad alguna en el que Bruce Willis  hace lo que puede – el libreto de Woods cohíbe mucho a su personaje – y Jai Coutrney se limita a ser el hijo del protagonista, con métodos de manual y de manera ordenada, al contrario que su padre, pero no convence ni tiene el carisma para suceder a un mito viviente como es John McClane.Continue Reading

febrero 15, 2013

La Jungla 4.0: Un dinosaurio en plena era digital

La Jungla 4.0La cuarta entrega de Jungla de Cristal tardó más de la cuenta, debido a un guión que no se adaptaba a las expectativas de Bruce Willis – pues él, como otras franquicias del mundo del cine, es productor de la misma, como sucede con Tom Cruise y Misión Imposible -. Lo mismo ocurrió buscando al director idóneo del mismo, hasta que se optó por el irregular Len Wiseman, responsable – entre otras películas – de la saga Underworld o el reciente remake de Desafío Total.

Una vez solventado este problema, se dio forma a la que sería la cuarta entrega de la franquicia, titulada en Estados Unidos como Live Free or Die Hard y que en nuestro país pasó a llamarse La Jungla 4.0 para gloria de los traductores patrios, estrenándose el 7 de septiembre de 2007.

La película está adaptada en base a un artículo del periodista británico John Carlin llamado Farewell to arms (adiós a las armas) que escribió para la revista Wired Magazine, a cerca de la guerra de información – es decir, crear una guerra digital con ordenadores -. Algo que, de algún modo, nos supondrá un cambio radical con respecto  al resto de películas de la franquicia.

John McClane en plena era digital

El film nos introduce una vez más en la vida del policía John McClane que esta vez, y para desgracia nuestra, está fuera de servicio. Este momento de asueto lo aprovechará el astuto McClane para vigilar los pasos de su hija, Lucy Gennaro – Mary Elisabeth Winstead -, la cual está pegándose un fileteo con su no novio en el coche.

No tardará demasiado en aparecer John e imponer orden, pues cazará a los dos jóvenes y dará inicio a una curiosa discusión entre padre e hija, en la que la testaruda Lucy mandará a padre y no pretendiente a irse, siendo insistente, ante todo, contra su progenitor.

Tras esta disputa, John recibirá una llamada en la que tendrá que llevar a un hacker informático, Matthew Farell – interpretado por Justin Long – hasta Washington para hacerle un interrogatorio, pues la División de Seguridad Informática del FBI está teniendo problemas y quieren atajar el entuerto antes de que sea demasiado tarde y no cunda el pánico entre los ciudadanos a nivel nacional, antes del día más importante del país: el 4 de julio, día de la Independencia de Estados Unidos.

Como es evidente, la vida de Farrell está en peligro. Un grupo de ciberterroristas comandado por Tomas Gabriel – Timothy Oliphant – es el responsable de este ataque informático, además de la desaparición de otros hackers en extrañas circunstancias, y, siendo lo más obvio, nuestro héroe tendrá que pararle los pies para que su país no viva uno de los días más negros de su historia.

Mucho humor de la mano de Willis

Así, a grandes rasgos, estas  son las líneas maestras del argumento de esta película que puede chocar a más de uno por desmarcarse de lo visto anteriormente en la saga. Pese a todo ello, el producto ofrecido es muy bueno como película de acción, destacando el papel de Bruce Willis, que logra ofrecernos una interpretación verosímil – pese a las situaciones un tanto rocambolescas que veremos a lo largo del film – además de su toque personal como actor de películas de acción, con sus chistes, frases lapidarias y el carisma que sólo él es capaz de desprender.

John McClaine

Respecto al resto de reparto no hay nada que achacar, pues cumplen sobradamente su papel y cometido. Podría habérsele pedido un poco más de esfuerzo a Timothy Olliphant a la hora de encarnar al villano de turno, dar órdenes con cara de mala hostia no es ser el malo de la función, pese a querer aparentar ser inteligente y un tío sin escrúpulos.Continue Reading

febrero 12, 2013

Jungla de Cristal: La venganza ~ Redonda como pocas

Jungla de Cristal: La venganzaTras 5 años de espera, la trilogía se completó. En 1995 volvió el detective John McClane, esta vez con una entrega superior a su predecesora, enlazándola con la primera película de la saga.
Tras las cámaras volvía John McTiernan – el director que dio renombre y solera a la franquicia – ofreciéndonos un espectáculo único e irrepetible.

Tras el fiasco de La Jungla 2: Alerta Roja, en los mentideros de la industria del séptimo arte corría un guión titulado Simon dice que sonaba como argumento para varias películas – entre ellas Arma Letal -. Finalmente y tras los primeros borradores iniciales, se dio forma a lo que sería la tercera parte de La Jungla de Cristal, cogiendo prestado un concepto de la franquicia protagonizada por Mel Gibson y Danny Glover:  una buddy movie en toda regla.

Fastidiando a John McClane

Nueva York empieza un nuevo día. Al son de Summer in the city podemos contemplar cómo la ciudad que nunca duerme empieza su actividad. Todo parece normal hasta que en unos grandes almacenes estalla una bomba. El caos y la confusión reinan en la ciudad.

En una comisaría están intentando solventar este quebradero de cabeza que tiene en vilo a todo el mundo. Suena un teléfono y una misteriosa voz reivindica el atentado, tratando de jugar con los agentes de la ley: el desconocido se hace llamar Simon y quiere jugar a un juego con ellos: al Simon dice.

Una de las primeras exigencias que reclama es que John McClane – el cual está suspendido – participe en este pequeño espectáculo que él tiene planeado, si no hará estallar otra bomba y las consecuencias serán aún más nefastas. Casi a regañadientes, el inspector Walter Cobb intenta localizar al ávido policía antes de que sea demasiado tarde.

McClaine y Zeus

Y dar, da con él. Resacoso y perjudicado, John McClane vuelve a la actividad policial pese a su lamentable estado. Su tarea no es otra que provocar en el barrio de Harlem – un barrio de mayoría negra con un elevado índice de delincuencia – con un letrero que dice ‘odio a los negros’.

John inicia su cometido con el cartel por aquel barrio, despertando la curiosidad de Zeus Carver – interpretado por Samuel L.Jackson – un electricista de la zona algo racista que decide ver qué hace ese blanco tocando las narices. Carver advierte a McClane que debería marcharse de ahí intentando no provocar a unos pandilleros que andan a escasos metros, pues si se atreve no saldría con vida.

Evidentemente, al final se enteran de ello y aquellos rebeldes van a por el blanco. Poco o nada puede hacer el pobre McClane: se ha metido en la boca del lobo. Gracias a la ayuda de Zeus y, tras caldearse algo los ánimos, ambos logran escapar con vida del sitio.

Tras dirigirse a la comisaría para dar parte de lo ocurrido, el teléfono vuelve a sonar. Simon está sorprendido de encontrar de nuevo a McClane y a su nuevo amigo, el samaritano, con vida. Este pide encarecidamente que a partir de ahora ambos colaboren en una serie de pruebas que tiene entre manos – a base de acertijos –, a él no le temblará el pulso para infligir una masacre si deciden tirar la toalla.

Zeus, decepcionado y mosqueado por haberse metido en algo que no le incumbe, se marcha porque eso son problemas de blancos que han de resolver blancos. Tras una pequeña charla entre él y McClane, recapacita su punto de vista y está dispuesto a colaborar con él.

Ambos tendrán que unir sus fuerzas para detener el maquiavélico plan de Simon, que les llevará por lugares dispares de Nueva York.

Un film al alcance de muy pocos

Si hay algo por lo que destaca esta entrega es por ser una de las mejores a nivel global. Es una gozada ver a Jeremy Irons como villano, el intérprete sabe cómo mantener la tensión detrás de un teléfono, cómo mantener a raya y bien hilado absolutamente todo para que su plan funcione como él espera.  Su aparición en la cinta va in crescendo conforme va evolucionando la trama, dando pie y forma a un inteligente némesis para John McClaine. Soberbio trabajo del inglés.

Simon GruberComo mencioné al principio, esta es una buddy movie donde la química y el buen entendimiento entre los dos protagonistas juega un papel fundamental, potenciando el producto que estás presenciando. Bruce Willis y Samuel L.Jackson forman una pareja muy peculiar, siendo el motor de la película.

De Willis no hay apelativos tampoco, pues su carisma, socarronería e ironía hacen de este personaje de acción todo un icono dentro del género. Samuel L.Jackson sabe ser un buen compañero para McClane, con un Zeus a la altura del Dios del Olimpo – memorable su presentación ante John en el taxi – que no tiene nada que envidiar al detective. Pese a su reticencia racial con los blancos, el bueno de Carver cala hondo en el espectador.

La mano indomable de McTiernan se nota en la película lo suficiente como para evidenciar que la segunda entrega va por libre, y, esta tercera parte, sí retoma el argumento que se dejó atrás en la primera parte de la franquicia, uniendo cabos y dejando claro el error garrafal que se cometió contratando a Renny Harlin en la segunda parte de la saga.Continue Reading

febrero 10, 2013

La Jungla 2: Alerta Roja ~ Segundas partes…

La Jungla 2: Alerta Roja

Visto el éxito cosechado por Jungla de Cristal, los productores de la FOX no se lo pensaron ni un instante a la hora de crear la secuela de la misma. Sería lógico que para una secuela se encargase un guión original sin ningún tipo de relación con ninguna novela, pero, estamos en Hollywood: contará como punto de partida una novela escrita por Walter Wager titulada 58 minutos.

Como acabo de mencionar, sólo se usaría de refilón el argumento de esta ficción, reelaborando su guión hasta el producto que pudimos disfrutar en 1990. No sólo se pudo observar este cambio dentro de la franquicia, sino que también hubo cambios en la tarea de dirección: se sustituyó al siempre efectivo John McTiernan – padre de las películas de acción – por un desconocido hasta la fecha, el finlandés Renny Harlin.

McClane, el hombre que atrae el peligro

Otra vez estamos junto al policía John McClane. También vuelve a ser navidad. Esta vez nos lo encontramos en el aeropuerto de Washington, esperando a su mujer. Nada más llegar al aeropuerto, un policía le multa por estar en una zona prohibida y, pese a insistir en que es navidad y el coche es de su suegra, no consigue que le retiren la multa.

Visto este panorama, intenta ponerse en contacto con su mujer Holly – llamándole al avión – procurando disimular el pequeño percance con el coche de su madre. El ambiente dentro del aeropuerto es ciertamente bastante agitado, no sólo por el ir y venir de los viajeros, pues también se espera que un general boliviano aterrice en suelo americano para ser juzgado por tráfico de drogas. La prensa se agolpa y la policía no da abasto con el dispositivo.

En otra parte del aeropuerto, un ex militar está al mando para hacerse con el control del lugar para que el general Esperanza no sea finalmente juzgado, estando él al cargo de un pequeño ejército de terroristas.

John presiente que algo va mal, observa movimientos extraños en dos hombres que se dirigen hacia una zona restringida – sólo apta para personal – y decide actuar de inmediato antes de que sea demasiado tarde. Tras un aparatoso enfrentamiento, McClane decide dar parte al jefe de policía del aeródromo, el capitán Lorenzo – un tipo bastante irritante y algo egocéntrico – que pasa olímpicamente de la advertencia del policía interpretado por Bruce Willis.

La Jungla 2

Al estar en juego la vida de su mujer, recurrirá a un viejo amigo, el sargento Al Powell – interpretado por Reginald VelJhonson, famoso por interpretar a Carl en la sitcom Cosas de casa – para investigar por su cuenta sobre quién era el tipo que le había disparado con un arma singular – un arma de porcelana incapaz de ser detectada por el detector de metales – con las huellas de este desconocido: Al, tras cotejar un par de datos, revela que esa persona lleva dos años muerta, haciendo sospechar a John de un ataque terrorista dentro del aeropuerto.

El policía neoyorkino pone a su disposición esta información al personal de seguridad y al propio aeropuerto, haciéndoles ver que esto no es obra y gracia de unos aficionados, sino de militares experimentados que no tienen bajo ningún concepto escrúpulo alguno. Aún así, al pobre lo mandarán fuera por resultar todo un estorbo – gracias a lo acontecido en la primera película se gana mala fama entre la policía por sus métodos poco ortodoxos -.

A partir de ese momento John McClane – por su cuenta – y el personal del aeropuerto combatirán contra las adversidades que los terroristas pongan en el camino con tal de no lamentar la pérdida de vidas humanas y, también, accidentes de aviación.

Segundas partes nunca fueron buenasContinue Reading

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