Jungla de Cristal: La venganza ~ Redonda como pocas
Tras 5 años de espera, la trilogÃa se completó. En 1995 volvió el detective John McClane, esta vez con una entrega superior a su predecesora, enlazándola con la primera pelÃcula de la saga.
Tras las cámaras volvÃa John McTiernan – el director que dio renombre y solera a la franquicia – ofreciéndonos un espectáculo único e irrepetible.
Tras el fiasco de La Jungla 2: Alerta Roja, en los mentideros de la industria del séptimo arte corrÃa un guión titulado Simon dice que sonaba como argumento para varias pelÃculas – entre ellas Arma Letal -. Finalmente y tras los primeros borradores iniciales, se dio forma a lo que serÃa la tercera parte de La Jungla de Cristal, cogiendo prestado un concepto de la franquicia protagonizada por Mel Gibson y Danny Glover: una buddy movie en toda regla.
Fastidiando a John McClane
Nueva York empieza un nuevo dÃa. Al son de Summer in the city podemos contemplar cómo la ciudad que nunca duerme empieza su actividad. Todo parece normal hasta que en unos grandes almacenes estalla una bomba. El caos y la confusión reinan en la ciudad.
En una comisarÃa están intentando solventar este quebradero de cabeza que tiene en vilo a todo el mundo. Suena un teléfono y una misteriosa voz reivindica el atentado, tratando de jugar con los agentes de la ley: el desconocido se hace llamar Simon y quiere jugar a un juego con ellos: al Simon dice.
Una de las primeras exigencias que reclama es que John McClane – el cual está suspendido – participe en este pequeño espectáculo que él tiene planeado, si no hará estallar otra bomba y las consecuencias serán aún más nefastas. Casi a regañadientes, el inspector Walter Cobb intenta localizar al ávido policÃa antes de que sea demasiado tarde.
Y dar, da con él. Resacoso y perjudicado, John McClane vuelve a la actividad policial pese a su lamentable estado. Su tarea no es otra que provocar en el barrio de Harlem – un barrio de mayorÃa negra con un elevado Ãndice de delincuencia – con un letrero que dice ‘odio a los negros’.
John inicia su cometido con el cartel por aquel barrio, despertando la curiosidad de Zeus Carver – interpretado por Samuel L.Jackson – un electricista de la zona algo racista que decide ver qué hace ese blanco tocando las narices. Carver advierte a McClane que deberÃa marcharse de ahà intentando no provocar a unos pandilleros que andan a escasos metros, pues si se atreve no saldrÃa con vida.
Evidentemente, al final se enteran de ello y aquellos rebeldes van a por el blanco. Poco o nada puede hacer el pobre McClane: se ha metido en la boca del lobo. Gracias a la ayuda de Zeus y, tras caldearse algo los ánimos, ambos logran escapar con vida del sitio.
Tras dirigirse a la comisarÃa para dar parte de lo ocurrido, el teléfono vuelve a sonar. Simon está sorprendido de encontrar de nuevo a McClane y a su nuevo amigo, el samaritano, con vida. Este pide encarecidamente que a partir de ahora ambos colaboren en una serie de pruebas que tiene entre manos – a base de acertijos –, a él no le temblará el pulso para infligir una masacre si deciden tirar la toalla.
Zeus, decepcionado y mosqueado por haberse metido en algo que no le incumbe, se marcha porque eso son problemas de blancos que han de resolver blancos. Tras una pequeña charla entre él y McClane, recapacita su punto de vista y está dispuesto a colaborar con él.
Ambos tendrán que unir sus fuerzas para detener el maquiavélico plan de Simon, que les llevará por lugares dispares de Nueva York.
Un film al alcance de muy pocos
Si hay algo por lo que destaca esta entrega es por ser una de las mejores a nivel global. Es una gozada ver a Jeremy Irons como villano, el intérprete sabe cómo mantener la tensión detrás de un teléfono, cómo mantener a raya y bien hilado absolutamente todo para que su plan funcione como él espera. Su aparición en la cinta va in crescendo conforme va evolucionando la trama, dando pie y forma a un inteligente némesis para John McClaine. Soberbio trabajo del inglés.
Como mencioné al principio, esta es una buddy movie donde la quÃmica y el buen entendimiento entre los dos protagonistas juega un papel fundamental, potenciando el producto que estás presenciando. Bruce Willis y Samuel L.Jackson forman una pareja muy peculiar, siendo el motor de la pelÃcula.
De Willis no hay apelativos tampoco, pues su carisma, socarronerÃa e ironÃa hacen de este personaje de acción todo un icono dentro del género. Samuel L.Jackson sabe ser un buen compañero para McClane, con un Zeus a la altura del Dios del Olimpo – memorable su presentación ante John en el taxi – que no tiene nada que envidiar al detective. Pese a su reticencia racial con los blancos, el bueno de Carver cala hondo en el espectador.
La mano indomable de McTiernan se nota en la pelÃcula lo suficiente como para evidenciar que la segunda entrega va por libre, y, esta tercera parte, sà retoma el argumento que se dejó atrás en la primera parte de la franquicia, uniendo cabos y dejando claro el error garrafal que se cometió contratando a Renny Harlin en la segunda parte de la saga.Continue Reading